El pozole es uno de los platillos más deliciosos y representativos de la comida mexicana, razón por la cual es tan consumido en las fiestas patrias.
Su nombre proviene del náhuatl pozolli, que significa “hervido” o “espumoso”, haciendo honor a su forma de preparación.
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Desde sus orígenes, el ingrediente principal del pozole ha sido el maíz cacahuazintle, una variedad ancestral de esta planta, que se caracteriza por tener granos muy grandes, los cuales se dejan hervir hasta que estallen, razón por la cual los mexicas decían que se transformaban en flores blancas.
El maíz cacahuazintle se da principalmente de julio a octubre y debido a que su principal uso es para preparar pozole, se le conoce como maíz pozolero.
Los mexicas preparaban el pozole con fines religiosos, para lo cual utilizaban carne humana y la mejor pieza la ofrecían al tlatoani (gobernante), expresando así agradecimiento y respeto, sin embargo a partir de la llegada de los españoles el pozole se comenzó a preparar con carne de cerdo.
Con el paso del tiempo surgieron muchas variantes de la receta original, su consumo se difundió prácticamente en todo el país y actualmente en cada región se prepara de una manera diferente, pero igual de sabrosa.
El pozole puede ser blanco, verde o rojo, dependiendo de la mezcla de chiles que se utilice para darle color al caldo.
Se puede utilizar carne de puerco, res o pollo, y existen también versiones vegetarianas.
Los otros ingredientes indispensables del pozole son: rábano, lechuga, cebolla, salsa picante, limón, chile piquín y, por supuesto, orégano, aunque en algunas zonas también le ponen aguacate y chicharrón.
Tampoco pueden faltar las tostadas, la crema y el queso fresco para acompañarlo.
Debido a que es un platillo caldoso, tradicionalmente se sirve en un plato hondo de barro, el cual se conoce como plato pozolero, pero hay que tener mucho cuidado de que no sea barro vidriado, debido a su alto contenido de plomo.