Talpa de Allende Jalisco
El vasto paisaje montañoso de los Altos de Jalisco es el hogar de la leyenda de Nuestra Señora del Rosario de Talpa, que gracias a sus numerosos e increíbles milagros se ha convertido en una de las imágenes más veneradas del occidente de la República Mexicana.
Cada 7 de octubre, más de tres millones de fieles peregrinan desde las inmediaciones de Ameca, a casi 120 kilómetros, para llevarle música y alegría a esta virgen, que desde hace más de cuatro siglos protege a los habitantes del Pueblo Mágico de Talpa de Allende.
A más de 1,200 metros sobre el nivel del mar, este pintoresco pueblito se ha convertido en un importante enclave del turismo religioso, pues además de la soberbia Basílica de Nuestra Señora del Rosario, en sus calles empedradas habitan varias parroquias y capillas con una gran importancia histórica y arquitectónica, enmarcadas por maravillas naturales y bellas montañas.
Fundado en 1523 por encargo de Hernán Cortés, con la finalidad de dominar desde allí las provincias del norte y del oeste del país, Talpa estuvo dedicada inicialmente al Apóstol Santiago, designado por la orden de los franciscanos, cuya labor evangelizadora estuvo llena de vicisitudes debido a la renuencia de los pueblos indígenas que ocupaban la región.
Tuvieron que transcurrir más de cien años para que la leyenda de la Virgen del Rosario cimentara la fe de la población. Su historia se remonta a 1535, cuando una pequeña figura de la advocación de María, de apenas 38 centímetros y elaborada en pasta de caña, llegó proveniente de Pátzcuaro, Michoacán, donde se elaboraba la mayor parte de las figuras religiosas de la época, y fue colocada en el sencillo altar de una capilla.
Talpa experimentó en esa época cierto auge minero, pues en sus inmediaciones fueron descubiertos varios yacimientos que fueron explotados por peninsulares; no obstante, a principios del siglo XVII los conquistadores descubrieron un nuevo material en la región vecina de Los Reyes Postotipac, por lo que Talpa fue abandonada casi en su totalidad, quedándose solamente aquellos colonos que se dedicaban a la agricultura y ganadería.
La escultura de la virgen elaborada en el rústico material michoacano también fue llevada a Los Reyes y colocada en una iglesia menos modesta, pero no en el altar mayor, por lo que comenzó a presentar signos importantes de deterioro.
El indio Diego Felipe, cantor del templo, la rescató y la guardó en su casa durante varios años, pero a su muerte dejó encargado a su hijo, Francisco Miguel, que la devolviera a los fieles de Talpa y que propagara la fe en ella, pues lo había salvado de muchos peligros y concedido muchos favores.
Así, la imagen fue colocada junto al apóstol Santiago y la Virgen de la Limpia Concepción, pero en septiembre de 1644 el sacerdote Pedro Rubio Félix ordenó que fuera enterrada sacramentalmente en el atrio de la iglesia, junto con un Cristo, por el notable deterioro que presentaban ambas figuras.
María Tenanche, nieta de don Diego Felipe y encargada del cuidado de las imágenes de la iglesia, se dispuso a la labor envolviéndolas en un manto, pero cuando iba a bajar a la virgen de su pedestal, un enorme resplandor la hizo caer al piso, sumamente impresionada.
Al ver lo que sucedía, otras personas se acercaron y contemplaron el mismo fenómeno, por lo que mandaron a llamar al sacerdote, quien al cabo de tres días llegó a dar fe del suceso y registró los dos primeros milagros de Nuestra Señora del Rosario: su renovación, pues ahora era de gruesa y fuerte madera barnizada, bellamente pintada, y las velas colocadas por los indígenas días atrás no se consumían aún.
Además, las campanas repicaron solas por varias noches, como anunciando los maravillosos hechos.
Fue así como surgió la fe en esta advocación de María, que año con año no hace sino crecer por la inmensa cantidad de milagros que se le atribuyen. Entre los más famosos se encuentran el cese de la peste que azotó la región en 1660, o los daños reducidos de una tromba que llegó a tierra en 1737.
Otras epidemias como el tifo en 1737 o el cólera en 1833 tuvieron bajo impacto en la región, gracias a la intervención divina de la virgen, quien fue llevada en piadosa procesión.
A principios del siglo XX sucedió un hecho muy curioso, que quedó registrado en documentos eclesiásticos y su noticia perdura hasta nuestros días: en 1932, un temblor sacudió a Talpa e inclinó peligrosamente una de las torres de su basílica, con el riesgo de destruir el santuario al caer.
Estaba ladeada y fuera de sus cimientos, por lo que parecía flotar en el aire, pero después de sacar a la imagen en procesión hubo una fuerte réplica que devolvió al torreón a su lugar.
Estas y muchas otras historias han viajado de generación en generación entre las familias talpenses, que comparten con orgullo sus tradiciones y la belleza de sus hogares con los cientos de visitantes que llegan cada semana.
El constante aroma a guayabas, café y chilte (árbol de donde se extrae la goma) le brindan a este Pueblo Mágico un encanto muy particular, y vuelven una visita una experiencia inolvidable.
Qué visitar el Talpa de Allende Pueblo Mágico, Talpa de Allende Jalisco
La historia y cultura de Talpa de Allende se concentran sobre todo en su centro, donde se encuentra la Plaza Principal, un tranquilo lugar para pasar las tardes contemplando la exquisita belleza de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Talpa, que data de 1755 y es un soberbio edificio de tres portales enmarcados por portadas de cantera gris labrada con motivos florales, exquisitamente ornamentados, y flanqueados por fuertes columnas estriadas unidas por arcos de medio punto.
A los lados de la fachada nacen las dos torres jónicas, que albergan las campanas en las que se ofició uno de los milagros de la virgen.
En el interior se pueden admirar ocho retablos neoclásicos, bóvedas de arista, una cúpula de media naranja, elaborados vitrales y pinturas al óleo de los cuatro evangelistas.
Resulta impresionante el altar mayor de esta basílica, que debe su belleza simplemente a la Virgen de Talpa, adornada con un resplandor, una corona, una media luna y un cetro, todo de oro con piedras preciosas. Talpa de Allende Jalisco
Sus vestidos se confeccionan con finas telas bordadas en oro y pedrería, y se cambian cada 10 de septiembre en una tradicional ceremonia conocida como “El Baño de la Virgen”. Talpa de Allende Jalisco
Esta colección de vestiduras sacramentales puede conocerse en su totalidad en el Museo de Nuestra Señora del Rosario de Talpa. Talpa de Allende Jalisco
Inaugurado el 12 de mayo de 1995, recibe a todos los que se interesen en conocer a fondo el fenómeno de la milagrosa virgen, pues en sus dos grandes salas de exhibición pueden observarse objetos, documentos oficiales, exvotos, películas, esculturas antiguas, ornamentos sacerdotales, vasos sagrados, libros, pinturas, gallardetes y pergaminos antiguos, así como 24 óleos de arte sacro, que constituyen un tesoro histórico incalculable. Talpa de Allende Jalisco
Otros recintos importantes en Talpa de Allende son el Templo del Señor San José y las capillas de los diferentes barrios.
El primero debe su importancia a que, según los registros de la antigüedad, fue en el “pocito” de su altar que tuvo lugar el milagro de la renovación de la virgen, además de que es una hermosa construcción que aunque pequeña, tiene una fachada de claro estilo novohispano coronada por una torre.