Religión de la cultura maya
Religión de la cultura maya
Otra parte importante de la historia de la cultura maya es su religión. Los mayas eran politeístas. Es decir, adoraban a diferentes dioses relacionados con la naturaleza. Sus principales deidades fueron Hunab Ku e Itzamná.
Aunque también tenían otros dioses en representación de la lluvia, el viento, la muerte, la guerra, etc. Todos los rituales mayas tenían su origen en la mitología.
Los máximos responsables de la conocida como religión precolombina eran los sacerdotes. Ellos eran los encargados de entender y explicar el por qué de las cosas, así como de presidir los actos rituales y religiosos de los mayas.
En la religión maya, los cultos y las creencias eran un fiel reflejo de una mitología fuertemente enraizada en el pensamiento popular. Por lo que sus prácticas religiosas constituían un lenguaje capaz de comunicar a los hombres con el inframundo.
Dioses mayas
Lo que hasta ahora conocemos de la cultura maya precolombina nos da a entender que estamos ante una antigua sociedad en la que la religión, y sobre todo, la inmensa fe y devoción, dotaban de sentido a todo lo que entonces pasaba, y en la que por tanto, los dioses debían ser venerados muy bien.
De esta manera, y como de las anteriores palabras se deduce, los mayas eran politeístas, y es más, cada uno de ellos poseía diferentes atributos, por lo que, consecuentemente, un solo dios puede verse representado de varias maneras, además de tener matices positivos y negativos, no quedándose así los mayas tan solo en la dualidad aparente de dioses de la vida y bienestar (el de la fertilidad, maíz, lluvia,…), y del sufrimiento y dolor (dioses de la guerra, de las malas cosechas, es decir, de todo lo malo).
Ahora bien, al contrario de lo que algunos puedan pensar, los dioses no eran representaciones divinas con forma humana, sino que eran una plasmación metafórica basada en mitos (extraídos de su propia cultura) de la ideología maya.
De esta forma, eran los dioses los que atribuían de sentido a la jerarquización de la sociedad maya, y a la existencia de todo cuanto les rodeaba.
Ritos y cultos
En una religión, los cultos y las creencias son, generalmente, el reflejo concreto y palpable de una mitología enraizada en el pensamiento popular. Constituyen un lenguaje que define y delimita el espacio de comunicación entre los hombres y sus dioses. La mitología es el fundamento, el culto es el marco y el rito, el instrumento.
Los mitos mayas justifican, explican y aglutinan todas las operaciones culturales. Por esta razón, el culto se convierte en el centro de gravedad alrededor del cual se organizan los mitos y los ritos.
La religión maya estaba ligada a las incertidumbres de la agricultura y generaba un gran número de intervenciones rituales, que equivalían a otras tantas intercesiones ante los dioses para que facilitasen la vida cotidiana y las buenas cosechas. Es lo que se ha venido a llamar religión oficial, siempre patrimonio de los dioses.
Paralelamente, existía una religión rural que nunca se identificó con los dioses.
Todas las prácticas religiosas de la civilización maya estaban ligadas al relato de la Creación: dado que los dioses crearon a los hombres, a cambio estos debían adorar a las divinidades alimentándolas.
Los rituales del sacrificio
En este espíritu de don, combinado con la necesidad de mostrar a los dioses cuanto se les venera se inscriben los denominados rituales de los sacrificios.
Bajo este nombre se agrupan todas las prácticas rituales que tienen como objetivo honrar a los dioses por medio de un sacrificio. Conociendo el refinamiento de la sociedad maya, no debe sorprender la existencia de una gran cantidad de matices para expresar con una fe vibrante el don ofrecido a los dioses.
Los mayas consideraban que su primer deber hacia los dioses para agradecerles la creación del mundo era alimentarlos. En efecto, la vida en la tierra dependía del deseo divino, de aquellos dioses que en el pasado destruyeron varias veces la humanidad para engendrar otra nueva; los mayas dependían del buen humor de estas divinidades todopoderosas y, a veces, caprichosas, por lo que había que honrarlos en todas las ocasiones.
Los sacrificios sangrientos eran necesarios para la supervivencia de los dioses y de los seres humanos. La sangre humana es una de las ofrendas más apreciadas por las divinidades.
Los ritos de sangre
Para los mayas los sacrificios ocupaban un lugar simbólico muy importante. El rey era considerado una encarnación divina que, además, de sus privilegios temporales y materiales, podía comunicarse con los dioses.
Se dedicaba con su esposo, su familia y la sociedad maya a los llamados ritos de sangre.
En las reuniones públicas se llevaban a cabo este tipo de ritos. El rey daba ejemplo haciéndose un corte con un cuchillo hecho de roca, y dejando que su sangre corriera sobre un papel colocado en un recipiente. También se han hecho en otras partes del cuerpo, ya que lo importante era conseguir sangre humana.
Una vez recogida la sangre, se quemaba el papel manchado, de modo que el humo conectaba con el mundo celestial, con lo que se cumplía el deber hacia los dioses.
La pérdida de sangre más las drogas que tomaba el rey, hacía que entrase en un estado de trance, con lo que este se transportaba al mundo de los espíritus, derribaba las barreras entre los dos mundos. Es cuando se cumplía plenamente su función.
La más temprana y también más drástica representación del auto-sacrificio real muestra al rey como encarnación del héroe Hunahpú. Se encuentra en los murales de San Bartolo (sitio arqueológico), que datan de la época preclásica.
Los sacrificios de animales
En ofrenda a los dioses era muy habitual llevar a cabo el sacrificio de los animales. En todos los casos, la sangre de los animales sacrificados se ofrecía ritualmente a los dioses.
Los sacrificios humanos
Los mayas siempre mataron hombres en honor de sus dioses, con la intención de preservar la vida a través de la muerte, y siempre con una carga simbólica muy fuerte. Es importante destacar la relación entre la vida y la muerte, el equilibrio frágil entre el ser y el no ser, el sentido conferido al tránsito entre dos mundos.
Las víctimas de los sacrificios humanos que practicaban los antiguos mayas en el actual México eran en su mayoría, niños y hombres jóvenes. A veces eran arrojados vivos y otras veces eran cruelmente asesinados y arrojados a los lagos en cavernas subterráneas llamados cenotes.
El arqueólogo Guillermo De Anda, de la Universidad de Yucatán, estudió los huesos del fondo del cenote sagrado de Chichén concluyendo que un 80 por ciento de ellos eran de niños de entre tres y 11 años. La mayoría habían sido arrojados vivos, pero algunos eran despellejados y desmembrados antes de ser ofrecidos a los dioses, especialmente al dios de la lluvia, Chaac.
Los ritos funerarios
Aunque la muerte aparecía como la finalidad ritual del sacrificio humano, estaba investida de un sentido muy particular y de unos significados tan importantes como los que estaban ligados a la vida. Por lo tanto la religión maya instauró unos ritos relacionados con la muerte para proteger a la gente que penetraba en el Mundo subterráneo.
Los mayas no concebían la muerte como el final de la existencia humana. Para ellos era un paso de un mundo a otro, que estaban señalizados con ritos muy concretos.
Normalmente, la gente del pueblo era enterrada, hecho que le daba tiempo al difunto para prepararse para lo que le esperaba. Los guerreros muertos en combate, las víctimas de guerra o las mujeres muertas de parto se ganaban el cielo sin pasar por Xibalba
Los ritos de la purificación, Religión de la cultura maya
Las medidas purificatorias como el ayuno, la abstención sexual, el baño y (especialmente en el pasado prehispánico) confesión generalmente precedían a los principales eventos rituales. En el Yucatán del siglo XVI, la purificación (exorcismo de espíritus malignos) a menudo representaba la fase inicial de un ritual.
Los rituales de sangre también pueden haber tenido una función purificadora. De manera más general, se necesita la purificación antes de ingresar a áreas habitadas por deidades. En el Yucatán actual, por ejemplo, es costumbre beber agua estancada de una depresión rocosa en la primera oportunidad al entrar al bosque.
El agua es luego escupida en el suelo, y, por lo tanto, hace que el individuo sea «virginal», libre de llevar a cabo el negocio de la humanidad en el bosque sagrado.
Los ritos del juego de pelota, Religión de la cultura maya
Algunas ceremonias rituales adquirían la forma de espectáculo público, y llevaban el símbolo del relato de la creación. Es el caso del juego de la pelota. Este tenía una significación mítica y esotérica, que para entenderla hay que conocer cómo se desarrolla el juego.
El terreno de juego tenía forma de una «I» mayúscula con las paredes laterales inclinadas. Cada equipo estaba formado por seis jugadores, que hacían botar de un lado al otro una pelota solo con las caderas, codos o muslos. Estaba prohibido con las manos o con las piernas. A veces el juego era violento, por lo que los jugadores llevaban protecciones.
Los juegos eran programados y se disputaban en fechas muy concretas. Por lo que los jugadores exhibían collares con piedras y llevaban peinados que recordaban los símbolos de sus dioses favoritos.
Se celebraban dos tipos de partidos:
- Los reservados a los jugadores del pueblo.
- Los que celebraba la clase dominante.
Para participar en el juego, era necesario poseer una rapidez y una agilidad fuera de lo común. Se lograban puntos cuando el balón pasaba a través de un aro de piedra fijado en una de las paredes laterales o si tocaba el suelo en el lado del adversario.
El partido alcanzaba su punto álgido cuando llegaba a su fin: el capitán del equipo perdedor (o ganador, según las fuentes) era sacrificado y ofrecido a los dioses.
El juego de pelota simboliza en realidad el combate a muerte que tuvo lugar durante la tercera creación, y el suelo del terreno de juego representa la plataforma terrestre que separaba el mundo humano del mundo inferior.
Los grandes centros de culto, Religión de la cultura maya
La religión maya estaba presente en todos los pueblos del reino, en los poblados más humildes. En el corazón de estos grandes centros ceremoniales de las principales ciudades es donde se apreciaba realmente la importancia y el valor de los ritos y de las prácticas religiosas. Ninguna de estas ciudades estaba unas por encimas de otras.
Las relaciones eran fluidas y reflejaban en todas las circunstancias una identidad cultural y una evidente comunión de intereses. Ciudades como:
- Tikal
- Chichén Itzá
- Palenque