Templo de Santo Domingo de Guzmán
El Templo de Santo Domingo de Guzmán de la ciudad de Oaxaca de Juárez (México) es un ejemplo de la arquitectura barroca novohispana.
Los primeros proyectos de construcción del edificio datan del año 1551, en que el Ayuntamiento de la Antequera de Oaxaca cedió a la Orden Dominica un total de veinticuatro lotes para la construcción de un convento en la ciudad.
Sin embargo, no fue hasta el año 1608 en que el conjunto conventual de Santo Domingo fue inaugurado, aun sin concluir.
A lo largo de su historia, el Templo de santo Domingo ha sido escenario de varios sucesos importantes en la historia de México: fue convertido en bodega militar, en establo, cerrado al culto católico en tiempos del laicismo jacobino de los gobiernos emanados de la Guerra de Reforma, y luego devuelto nuevamente a la Iglesia por acuerdo de Porfirio Díaz.
En 1979 recibió la visita del pontífice católico Juan Pablo II, y luego declarado —junto con todo el Centro Histórico de Oaxaca— Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Historia
Los primeros dominicos llegaron a Oaxaca a finales de 1528. Más o menos al mismo tiempo, el emplazamiento del poblado indígena de Huaxyacac fue erigido en Villa de Antequera, por decreto del rey Carlos I. Más tarde, en 1551, el Ayuntamiento de la villa concedió a los dominicos unos terrenos ubicados en las inmediaciones del cerro del Fortín con el propósito construir un convento.
Aunque el acuerdo original comprometía a la orden dominica a concluir las obras en un plazo no mayor de veinte años, en 1572 la construcción no había avanzado demasiado.
Tras algunas negociaciones, el Ayuntamiento prorrogó el plazo por treinta años más, a cambio de que los dominicos apoyaran el financiamiento de las obras de abastecimiento de agua potable para la ciudad.
En los siguientes treinta años, la construcción del edificio siguió con sus altibajos, debido a que la Orden no contaba con recursos financieros suficientes.
Dos terremotos al principio del siglo XVII (el primero, en 1603, y el segundo, en 1604) destruyeron el convento de San Pablo de Oaxaca, hecho que motivó la aceleración de las obras de Santo Domingo.
Cuatro años más tarde, fue inaugurado formalmente el conjunto conventual, y en 1623 el establecimiento fue elevado a la categoría de universidad, donde se impartían cursos de filosofía y teología.
Las obras finales del templo fueron concluidas en 1666, cuando se dio punto final a la decoración del mismo. La última modificación al edificio ocurrió en 1724, año en que dio comienzo la edificación de la Capilla del Rosario.
A partir de 1812, el Templo de Santo Domingo y su convento anexo fueron ocupados por las huestes de los diferentes ejércitos de las facciones que se disputaban el control del país.
De esta suerte, fue ocupado por el Ejército realista y el Ejército Insurgente durante la Guerra de Independencia de México; y luego por centralistas y federalistas durante todo el siglo XIX hasta la llegada de Benito Juárez a la presidencia de México.
En 1859, con la aplicación de la Ley Iglesias, el convento y el templo de Santo Domingo fueron destinados para el uso del Ejército Mexicano.
Siete años más tarde, en 1866, el culto católico fue suspendido por el gobierno federal, hasta que en 1902 fue devuelto nuevamente a la Iglesia por el presidente Porfirio Díaz.
Durante el tiempo que había permanecido ocupado por los soldados, el templo fue destruido, desaparecieron consumidos por el fuego los retablos y las láminas de oro que decoraban los muros fueron raspadas y robadas. Los militares instalaron una letrina donde alguna vez estuvo el altar.
Con el regreso de los Dominicos a Oaxaca en 1938 comenzaron las importantes obras de restauración.
Gracias a la labor del padre Fray Esteban Arroyo, el actual retablo mayor fue inaugurado en 1959, y en 1976 dio inicio un gran proceso de restauración.
Tres años más tarde, el papa Juan Pablo II ofició una misa para los enfermos en este templo.