Guachimontones
Guachimontones es el nombre de un antiguo asentamiento prehispánico ubicado en la ciudad y municipio de Teuchitlán, aproximadamente a una hora al oeste de la ciudad de Guadalajara en el estado de Jalisco. Guachimontones
Este asentamiento representa el sitio principal de la Tradición Teuchitlán, cuya área nuclear se localizó en los alrededores del volcán de Tequila durante el 300 a. C. hasta 350/400 d.C. Guachimontones
Su principal centro ceremonial incluye varias construcciones con un estilo arquitectónico peculiar, entre ellas varias estructuras cónicas escalonados (una de ellas con restos de un palo de volador) rodeadas de patios circulares, dos juegos de pelota, un anfiteatro y algunas terrazas y edificios menores.
Dadas sus grandes dimensiones, actualmente el sitio continúa en fase de exploración y requiere de una investigación de largo alcance.
Etimologías, Guachimontones
Se desconoce quién nombró a este sitio en las cercanías de Teuchitlán. La palabra es un término mestizo, relativamente moderno, y procede del prefijo nahuatl cuautli-, árbol; chinamitli, muralla; y del castellano montón.
También se cree que “guachi” o “guaje” proviene de la palabra náhuatl “huaxe” que combinándola con la palabra “montón” que es de origen castellano, se podría traducir entonces como “montón de guajes”, ya que en la zona abundan los árboles de dicha especie (Leucaena leucocephala).
Por su parte, el topónimo Teuchitlán se deriva de la voz “teotitlán” o “teutitlán” que se interpreta como “lugar dedicado a la divinidad”.
Otra posible etimología derivaría del nahuatl Tepetitlan o “lugar junto a los cerros”, corrompida en los dialectos nahuatlatos locales como Tepetichan.
Antecedentes
El estilo arquitectónico particular de este asentamiento recibe el nombre de Guachimontón, y se asigna a los túmulos y estructuras hechos de niveles circulares escalonados.
Se cree que tales estructuras, en el caso particular del asentamiento en Teuchitlán, eran utilizadas para ceremonias en honor al dios del viento Ehécatl, y que incluían un análogo de la ceremonia ritual de los Voladores, donde un sacerdote subía a un poste elevado para rendir honores a la divinidad; poste que se colocaba en la cima de los túmulos, poniendo su abdomen en el centro del poste dando forma de una balanza.
Este concepto es particularmente importante para Teuchitlán, porque lo sitúa entre los sitios identificados más antiguos, relacionados con esta tradición, que se creía más bien arraigada entre aztecas y totonacas del centro y oriente de México.
Descubrimiento
Ruinas por explorar, hace falta mucha investigación.
Como sitio arqueológico el lugar fue descubierto en 1970 y su investigación sistemática empezó en 1996, como reconocimiento oficial del trabajo del arqueólogo Phil Weigand, su esposa Arcelia García y su equipo de investigación.
A partir de los estudios de este equipo, se propone que el auge de esta ciudad ocurrió entre los años 200 y 400 d. C. y su caída se produjo hacia el 900 d.C., aunque se sabe que su antigüedad es de más de 2 mil años.
Extensión
El sitio actual abarca 90 hectáreas aunque solamente se ha explorado el 1.3 por ciento, se estima que durante su apogeo tenía 24 mil, y que fue habitado por alrededor de 40 mil personas.
Como en muchos otros sitios del continente, es un común denominador, por ejemplo en Calixtlahuaca y en Tiahuanaco, Bolivia.
Las construcciones de Guachimontones han tenido maltratos a lo largo de los años, y muchas piedras de las ruinas se han usado para empedrar calles y levantar casas en el pueblo.
El Sitio, Guachimontones
Esquema simplificado de Guachimontones (Sin escala).
Lugar de Guajes El complejo sistema de organización social fue muy parecido a otras culturas vecinas, con un centro ritual y otros lugares de vivienda.
La Cultura Teuchitlán (habitantes de los Guachimontones) se especializaron en la utilización de la Obsidiana en sus artesanías y esculturas, sin descartar otros materiales igualmente importantes, como malaquita, piedra verde, las pinturas pseudo-cloisonné en concha, entre otras.
También estuvo muy vinculada con la agricultura, puesto que su propio sistema de riego de plantas traspasó a su época.
Esta región consiste en estructuras en forma de círculos concéntricos, utilizados para adorar a sus dioses, principalmente a Ehécatl (Dios del Viento).
En una vista aérea, se puede apreciar la forma de círculo perfecto de su edificio ceremonial y de sus asentamientos rodeados, en donde se piensa que la comunidad se sentaba para ver, y a bailar, para sus dioses elementales (viento, agua, fuego, tierra).
En el centro de la estructura circular principal (sus pisos son un calendario exacto de 52 años) existe un largo orificio; posiblemente allí se ponía un poste, del cual los sacerdotes se sujetaban y se mecían de un lado a otro simulando el vuelo de un ave. Tal tradición era una ofrenda al dios Ehécatl.
La Cultura Teuchitlán, como varias culturas mesoamericanas, tenían su propio juego de pelota.
En este, la bola de hule no pasaba por ningún aro, sino que tenía que ser golpeada con la cadera hasta llegar al extremo contrario de la cancha; cuando la pelota quedase inmovilizada en una de las canchas, el equipo contrario recibía puntos.
Lo interesante de este juego es la suma y resta de números, si un equipo quedaba con la pelota en su parte, eran puntos más para los contrarios y puntos menos para los que quedaron.
Al revés de la idea general, el Juego de pelota era usado para fines políticos (división territorial, cuestiones de herencia, entre otros) o religiosos, donde el vencedor ganaba la “inmortalidad de los dioses” en el Cielo, siendo decapitado en el área de juego.
Tales ofrendas consistían en grandes fogones sobre la banqueta o maíz quemado debajo de los muros exteriores de la plataforma.
Se han dado casos en los que se encontraron platos de cerámica colocados dentro o debajo de los muros.
Hoy, 1000 años después del abandono del área por sus habitantes, Guachimontones está siendo reestructurado y redescubierto.
Muchas de las áreas ahora arqueológicas, se encontraban en condiciones precarias por la agricultura de los dueños de estas tierras.
Hoy, es patrimonio de la humanidad, lo cual no indica que está terminado el trabajo, sino que simplemente está comenzando a renacer.