Montealbán Oaxaca. Uno de los destinos más populares cuando se viaja a México es Oaxaca, ya sea el estado o la capital, que recibe el mismo nombre. En esta bella ciudad, además de disfrutar de sus calles y gastronomía, se debe visitar uno de los lugares esenciales para entender la grandeza del México prehispánico: el asentamiento zapoteco de Monte Albán.
Imágenes de fotos de Montealbán Oaxaca
UNA EXCURSIÓN QUE NO TE PUEDES PERDER
Monte Albán fue una de las principales ciudades zapotecas del México prehispánico. A tan sólo veinte minutos de la ciudad de Oaxaca (18 kilómetros), constituye una visita fundamental si se quiere entender la importancia que el enclave tuvo en la época.
Mucho menos abarrotado que Chichén Itzá o Teotihuacán, la visita a Monte Albán es una pura gozada, ya que apenas hay gente y da buena cuenta de lo que fue el México prehispánico.
Fue Monte Albán, fundado en el 55 a.C., el principal enclave de poder en los valles centrales de Oaxaca (llegó a tener cerca de 35.000 habitantes), hasta su declive en el 800 d. C. Más tarde, los mexicas lo llamarían Ocelotepec (Monte del Juagar) y los mixtecos, Yucucúi (Cerro Verde). El actual nombre, Monte Albán, se lo dieron los españoles.
Si bien no se saben los motivos exactos por los cuales la ciudad colapsó, sí se sabe que lo hizo más tarde que Teotihuacán, hecho que había generado cierta instabilidad política en la región oaxaqueña.
La gente empezó a marcharse a los pueblos vecinos, así como las clases gobernantes, pero hasta un tiempo después, Monte Albán continuó usándose como centro para llevar a cabo rituales. La gran mayoría de templos fueron restaurados entre 1931 y 1948 (a pesar de que las investigaciones arqueológicas empezaron en 1902), y hasta 1990 continuaron los trabajos de excavación y restauración.
Monte Albán fue la ciudad más importante y grande de la región oaxaqueña y es fundamental en la historia del continente mesoamericano porque es considerada la primera urbe planificada.
Fue dirigida por la clase sacerdotal y parte de su economía se sustentaba en el tributo que pagaban los ciudadanos, que cultivaban maíz, frijoles, calabazas y otros productos de temporada, gracias a un sistema de terrazas construidas en las laderas de los cerros que rodean el asentamiento.
En 1987 la Unesco pasó a considerar el recinto arqueológico patrimonio mundial de la humanidad, juntamente con el conjunto arqueológico de las Cuevas Prehistóricas de Yagul y Mitla.