Ubicación de la cultura teotihuacana
La ubicación geográfica de los teotihuacanos estuvo en la ciudad de Teotihuacán, en el Valle de México, más específicamente entre los actuales estados de Tiaxcala y Puebla.
El Valle de Teotihuacán se encuentra apenas a 45 kilómetros de distancia de México D. F. Esta zona está bordeada de los cerros volcánicos Gordo y Chiconautla, y de pequeñas lomas al este.
Sitios del área nuclear teotihuacana
Desde allí la cultura teotihuacana extendió su poder hasta alcanzar el sur de los Estados Unidos, e incluso una sección del territorio guatemalteco.
Los teotihuacanos tuvieron su apogeo en el período formativo de las culturas mesoamericanas, aproximadamente 300 años antes de Cristo, y su cultura se mantuvo vigente durante más de 1200 años.
Localización geográfica de la cultura teotihuacana
Tal como su nombre lo indica, el pueblo teotihuacano se originó en Teotihuacán, al noreste de la actual Ciudad de México.
Allí tuvieron lugar los primeros asentamientos de esta cultura, la cual se desarrolló y expandió a su alrededor rápidamente, convirtiéndose en una civilización líder a lo largo y ancho de Mesoamérica.
Teotihuacán
El nombre Teotihuacán proviene de la cultura náhuatl, y significa “lugar donde los hombres se convierten en dioses”. Esto da un fuerte indicio de la carga religiosa de la cultura teotihuacana.
Teotihuacán está en el altiplano mexicano, entre los Valles de México y Puebla. Este fue el epicentro de la cultura teotihuacana, la cual se expandió hasta alcanzar un área superior a los 20 kilómetros cuadrados.
Hoy en día, la ciudad prehispánica de Teotihuacán está ubicada en los municipios San Martín de las Pirámides y Teotihuacán, ambos pertenecientes al estado de México.
La zona de monumentos arqueológicos es Patrimonio Mundial de la Humanidad, declarado por la UNESCO en 1987. Allí se encuentran importantes restos de la cultura teotihuacana, como la imponente Pirámide del Sol.
Pirámide del Sol, Teotihuacán
Este monumento es uno de los más populares desde el punto de vista turístico. Cuenta con 65 metros de altura y una majestuosa base de 250 metros de largo por 250 metros de ancho.
Estas características catalogan a la Pirámide del Sol como la segunda pirámide prehispánica más grande de México.
La Pirámide del Sol se encuentra en la calzada de los muertos, una importante avenida repleta de monumentos arqueológicos. Allí también está la Pirámide de la Luna, el Palacio de los Jaguares y el Templo de Quetzalcóatl.
Durante su apogeo, el Valle de Teotihuacán albergó a una población de más de 200 000 habitantes. Esta ciudad fue el centro de las actividades agrícolas, comerciales y tributarias de gran envergadura.
Ciudades aledañas
El crecimiento acelerado de la cultura teotihuacana indujo el intercambio comercial de productos agrícolas con los pueblos de los alrededores
Paulatinamente, los poblados vecinos se acercaron cada vez más a Teotihuacán, lo que favoreció la interacción no solo económica, sino también cultural.
Lo anterior hizo propicio el escenario para que la cultura teotihuacana se propagara a través del territorio mesoamericano, dominando los siguientes territorios: Tula, El Tajín, Cacaxtla, Puebla, Cholula, Tehuacán, Xochicalco y Teotenango, entre otras.
Religión y dioses de la cultura teotihuacana
Los teotihuacanos cultivaron una religión politeísta y compleja. Posee muchos puntos de contacto con las de otras culturas mesoamericanas, tanto previas como posteriores, seguramente a través de dinámicas de herencia y de contagio cultural.
El culto a la serpiente emplumada, Quetzalcóatl, por ejemplo, es frecuente en las ruinas de otras culturas de la región.
En Teotihuacán, Quetzalcóatl es venerado en un impresionante templo, además de estar presente en forma de estatuillas y murales.
Otros dioses importantes de su panteón fueron Tlaloc, dios de la siembra; Huehuetéotl, dios del fuego; Tezcatlipoca, dios del cielo y la tierra. También poseían un conjunto de animales míticos o sagrados: el búho, el puma, el águila y la serpiente.
Es muy probable que sus ritos involucraran sacrificios humanos, cosa común en la región. Los sacrificios eran llevados a cabo por una élite cerrada de sacerdotes o chamanes.
Ciudades más importantes
La gran ciudad teotihuacana y la única que sobrevive hasta nuestros días es Teotihuacán. Tanto así, que la ciudad le da nombre a la cultura, a pesar de que su nombre provenga de la lengua azteca.
La historia de esta ciudad fue objeto de interés y curiosidad no solo para nosotros, también en su momento los toltecas y mexicas hicieron de sus ruinas un sitio de peregrinaje. En la actualidad, Teotihuacán es, junto al Chichén-Itzá, El Tajín y Monte Albán, algunos de los lugares de interés turístico y antropológico más importantes de la región.
Teotihuacán cubrió, en su momento de apogeo, una superficie de alrededor de 21 kilómetros cuadrados. Se estima que albergó a una población de entre 100.000 y 200.000 habitantes.
Son célebres su calzada de los Muertos, en eje norte-sur, atravesada en su momento por el río San Juan, que fue desviado de su cauce. También por las Pirámides del Sol y de la Luna, el templo a los Animales Mitológicos, el Palacio de Quetzalpapálotl, el templo de Quetzalcóatl, o los conjuntos habitacionales de Yayahuala, Tetitla, Xala y Zacuala.
Economía teotihuacana
La economía teotihuacana, como la de muchas otras culturas mesoamericanas, se sustentaba en tres ejes:
- Agricultura. Se cultivaba especialmente maíz, frijoles, pimientos y cereales, todo mediante técnicas de regadío y dispuestos en terrazas.
- Comercio. Era facilitado por las enormes dimensiones de la ciudad y su importante influencia en la región.
- Guerras. Se sabe de las gestas épicas de conquista teotihuacana de las ciudades mayas de Tikal, Copán y Quiriguá, durante el apogeo de Teotihuacán entre los siglos II y IV.
Aportes de la cultura teotihuacana
A pesar de que mucho se desconoce de los pobladores originarios de Teotihuacán, su impronta se dejó sentir en la región. Su legado permanece hasta hoy, más que nada en las ruinas de la que fuera su gran metrópoli.
Se conserva parte de sus relatos mitológicos. Muchas de sus creencias son compartidas total o parcialmente con otras culturas mesoamericanas, en un melting pot cultural de suma importancia histórica.
También perdura su cerámica y mampostería, su impresionante visión de la arquitectura e ingeniería, o las coloridas máscaras ceremoniales con que emprendían sus ritos.