Pirámide El Cerrito
El Cerrito, es un yacimiento arqueológico que se encuentra en el municipio de Corregidora, a 7 km del centro de la ciudad de Santiago de Querétaro, en el Estado de Querétaro, en el centro de México.
Se puede llegar a través de la carretera libre a Celaya, en el km 6 es necesario desviarse al poniente y seguir la calle “Don Bosco” ahora “Paseo del Gran Cue” hasta llegar al sitio.
Historia
Desde el año 300 a. C., con la llamada cultura de Chupícuaro y posteriormente con la teotihuacana y la tolteca, continuando con el poblamiento chichimeca y otomí, inmediatamente anterior a la llegada de los españoles a este Valle de Querétaro.
Hacia el año 400 d. C., el altépetl, centro ceremonial y su zona urbana prehispánica, surge como cabecera política y religiosa de un conjunto de asentamientos periféricos.
El Cerrito tuvo una larga permanencia como centro político y religioso regional, siendo contemporáneo de Teotihuacán y Tula. Como capital regional, tuvo una serie de asentamientos religiosos y habitacionales, conjuntos urbanos en el Cerro Gordo, Balvanera, La Magdalena, Santa Bárbara, La Negreta y las márgenes del río El Pueblito.
El Cerrito funcionó como centro político y religioso regional de gran importancia regional, desde el año 400 al 1500, de la era cristiana. El auge se da en el Clásico, del año 450 al 850 d. C.
Con el tiempo, El Cerrito se convirtió en un espacio sagrado o santuario. Los edificios y altares alrededor de la pirámide son expresiones de actividades religiosas en torno al culto de una deidad femenina, muy seguramente la Madre Vieja o Madre de los dioses.
A la llegada de los españoles estuvo poblado por chichimecas, con culturas sedentaria y semi-nómada, a los que se habían agregado los otomíes y tarascos.
Auge
El período más intenso de ocupación se asocia a la cultura tolteca, en el Posclásico Temprano (900 a 1200 d. C.). El Cerrito es uno de los sitios más importantes del mundo tolteca, una Tollan o sitio en donde se legitimaba los vínculos de poder de los grandes señores y guerreros de la región. Es muy posible que a través de estos rituales se mantuviera la reproducción de la cosmogonía tolteca.
Durante esa época, pasó de ser un centro ceremonial local a un santuario de alcance regional. Piezas de cerámica encontrada (vasijas, figurillas y malacates) dan evidencia de redes comerciales con regiones tan lejanas como Tajumulco en Guatemala, la Huasteca en el Golfo de México y Los Altos de Jalisco al norte.
Caída, Pirámide El Cerrito
Alrededor del año 1200 d. C. los grupos toltecas se retiran del valle disminuyendo, en consecuencia, el uso interno del centro ceremonial.
Durante el Posclásico Tardío las diversas etnias que siguieron viviendo en el valle utilizaron parcialmente el sitio para sus ceremonias, esencialmente la pirámide.
El cerrito ya no recuperaría su esplendor alcanzado con los toltecas, pero su reconocimiento como espacio sagrado, abierto al culto a una deidad o deidades prehispánicas se prolongó hasta entrado el siglo XVII.
Según registros franciscanos (1632), nativos chichimecas, otomíes y tarascos continuaban dejando ofrendas en los altares. Ellos colocaron una imagen de la virgen María dentro del recinto, para transformar el culto prehispánico mantenido en el sitio por más de mil años.
El sitio, Pirámide El Cerrito
El sitio prehispánico ha tenido varios nombres en su historia. En el [[siglo XVIII] se le llamó El Cerro Pelón.
Su actual nombre, proviene de la identificación que se hace del sitio con su estructura principal que es un gran basamento piramidal que a la distancia parece una formación natural, es decir un cerro.
Estas características se deben a derrumbes y al deterioro que sus muros han sufrido debido a la erosión natural que implica la exposición a los elementos (erosión); el crecimiento de maleza sobre ella también contribuyó al deterioro ya que acumulaba humedad y permitía que, esta se alojara en el material original de construcción.
Se le conoce además como la pirámide de El Pueblito, por encontrarse próxima a la población del mismo nombre cuya demografía en crecimiento ha rodeado al sitio.
El Cerrito fue un importante centro político y religioso, que operó como regulador de la población regional.
Como lugar de culto, fue venerado por las culturas locales (Chupícuaro), y por teotihuacanos, toltecas, chichimecas, otomíes y tarascos, en épocas tan tardías como 1632.
Las estructuras que forman el conjunto prehispánico de El Cerrito fueron construidas sobre suelos poco profundos con afloramientos de roca.
En los alrededores existen suelos profundos, de textura fina y color oscuro, con materia orgánica.
Estas características de fertilidad, las condiciones climáticas y la disponibilidad de agua, permitieron en la antigüedad, agricultura intensiva, para el sustento de la población regional.
En ellos crece flora silvestre que perdura hasta nuestros días con especies como mezquite, huizache, xixiote, nopal, órgano, garambullo, granjeno, tullidora, sangregado, sávila y diversos pastos.
Aunque anteriormente lucía un abandono considerable por parte del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) con acumulación extrema de maleza de monte en sus cuatro caras, ahora en 2019 luce bastante mejorado en su entorno y fachada principal, aunque en las restantes solo se mantiene con un recuperación parcial, con la finalidad de preservar el aspecto de “cerrito” y evitar el deterioro que ocasiona la materia orgánica y la humedad.