Catedral Metropolitana
La Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María de los Cielos de la Ciudad de México (también, Catedral de la Asunción de María de México o Catedral Metropolitana de la Ciudad de México o, coloquialmente, la Catedral) es la sede de la Arquidiócesis Primada de México y se ubica en el lado norte de la Plaza de la Constitución (el Zócalo) en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la demarcación o alcaldía Cuauhtémoc.
Al formar parte del mencionado conjunto arquitectónico en esa área de la ciudad, es en consecuencia Patrimonio de la humanidad desde 1987.
Las medidas aproximadas de este templo son 59 metros de ancho por 128 de largo y una altura de 67 metros hasta la punta de las torres. Es una de las obras más sobresalientes de la arquitectura hispanoamericana.
Fue construida, según los planos del arquitecto español Claudio de Arciniega, quien se inspiró en catedrales españolas, alrededor de una iglesia que fue erigida en el lugar poco después de la conquista española de Tenochtitlán.
Las obras comenzaron en 1573, concluyeron en el interior en 1667 y en el exterior hasta 1813.
Debido al prolongado tiempo que llevó su construcción, poco menos de 250 años, prácticamente todos los principales arquitectos, pintores, escultores, doradores y demás artistas plásticos del virreinato trabajaron en algún momento en la edificación del recinto.
Esa misma condición, la de su extenso lapso de edificación, permitió que se integraran en ella los diversos estilos arquitectónicos que estuvieron vigentes y en boga en esos siglos: gótico, barroco, churrigueresco, neoclásico, entre otros. Misma situación experimentaron los distintos ornamentos, pinturas, esculturas y mobiliario en el interior.
Su realización significó un punto de cohesión social, pues en ella participaron lo mismo autoridades eclesiásticas, gubernamentales, distintas cofradías y hermandades religiosas, que múltiples generaciones de grupos sociales de todas las clases.
Es también, como consecuencia de la influencia de la iglesia católica en la vida pública, que el inmueble se entrelazó con acontecimientos de trascendencia histórica para las sociedades de la Nueva España y del México independiente.
Por citar algunos, se encuentran la coronación de Agustín de Iturbide y Ana María Huarte como emperadores de México por el Presidente del Congreso; el resguardo de los restos fúnebres del mencionado monarca; sepultura hasta 1925 de varios de los próceres de la independencia como Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón; las disputas entre liberales y conservadores ocasionadas por la separación de la iglesia y el estado en la Reforma; el cierre del inmueble en los días de la Guerra Cristera; las visitas de los Papas Juan Pablo II (26 de enero de 1979) y Francisco (13 de febrero de 2016); los festejos del bicentenario de la independencia, entre otros.
La catedral presenta cuatro fachadas en las que se abren portadas flanqueadas por columnas y estatuas. Cuenta con cinco naves que se componen de 51 bóvedas, 74 arcos y 40 columnas; Hay dos torres-campanario que contienen actualmente 35 campanas.
En su interior destacan dos grandes altares, la sacristía y el coro. Existen dieciséis capillas dedicadas a diferentes santos, cuya construcción fue patrocinada por diferentes hermandades religiosas.
Las capillas están ricamente adornadas con altares, retablos, pinturas, muebles y esculturas.
En el coro catedralicio se encuentran dos de los órganos dieciochescos más grandes del continente. Bajo el edificio hay una cripta en la que reposan los restos de algunos arzobispos de México. Junto a la catedral se encuentra el sagrario, en cuyo interior se ubica el baptisterio.
Historia de Catedral Metropolitana
Antecedente: La Iglesia mayor
Luego de la conquista española del imperio azteca, y tras el regreso de Hernán Cortés de la exploración de la actual Honduras, los conquistadores decidieron construir una iglesia en el lugar en el que se encontraba el Templo mayor de la ciudad azteca de Tenochtitlán para, de este modo, consolidar el poder español sobre el territorio recién conquistado. Hay constancia de la existencia de un gran templo mayor dedicado al dios Quetzalcóatl, un templo dedicado al dios Huitzilopochtli y otras edificaciones menores.
El arquitecto Martín de Sepúlveda fue el primer director del proyecto entre 1524 y 1532, mientras que Juan de Zumárraga fue el primer obispo de la sede episcopal en el Nuevo Mundo.
La catedral de Zumárraga se encontraba en la parte noreste de lo la que es la actual catedral.
Tenía tres naves separadas por columnas toscanas, el techo central presentaba intrincados grabados realizados por Juan Salcedo Espinosa y dorado por Francisco de Zumaya y Andrés de la Concha.
La puerta principal era probablemente de estilo renacentista.
El coro tenía 48 sitiales realizados a mano por Adrián Suster y Juan Montaño en madera de ayacahuite.
Para la construcción, utilizaron las piedras del destruido templo del dios Huitzilopochtli, dios de la guerra y deidad principal de los aztecas. A pesar de todo, este templo pronto fue considerado insuficiente para la creciente importancia de la capital del virreinato de Nueva España.
Esta primera iglesia fue elevada a catedral por el rey Carlos I de España y el papa Clemente VII según la bula del 9 de septiembre de 1534 y, posteriormente, nombrada metropolitana por Paulo III en 1547.
Esta iglesia pequeña, pobre, vilipendiada por todos los cronistas que la juzgaban indigna de una tan grande y famosa ciudad, prestó bien que mal sus servicios durante largos años.
Bien pronto se ordenó que se levantase un nuevo templo, de proporcionada suntuosidad a la grandeza de la Colonia más, más esta nueva fábrica tropezó con tantos obstáculos para su comienzo, con tantas dificultades para su prosecución, que el templo viejo vio pasar en sus naves estrechas suntuosas ceremonias del virreinato; y solo cuando el hecho que las motivaba revestía gran importancia, preferíase otra iglesia, como la de San Francisco, para levantar en su enorme capilla de San José de los Indios el túmulo para las honras fúnebres de Carlos V.
Viendo que la conclusión de la iglesia nueva iba para largo, ya comenzaba su fábrica, el año de 1584 se decidió reparar totalmente la catedral vieja, que sin duda estaría poco menos que ruinosa, para celebrar en ella el tercer Concilio Mexicano.
La iglesia tenía de largo poco más que el frente de la catedral nueva; sus tres naves no alcanzaban 30 metros de ancho y estaban techadas, la central con una armadura de media tijera, las de los lados con vigas horizontales.
Además de la puerta del Perdón había otra llamada de los Canónigos, y quizás una tercera quedaba a la placeta del marqués.
Años más tarde, la catedral quedó pequeña para su función. En 1544, las autoridades eclesiásticas ya habían ordenaron la construcción de una catedral nueva y más suntuosa.